La captura de Harold Daniel Barragán Ovalle, alias “Harold”, ha encendido nuevamente el debate sobre la eficiencia del sistema judicial en Colombia. Con 26 años y un extenso prontuario criminal, Harold Barragán fue detenido en el barrio El Muelle, en Engativá, señalado como uno de los cerebros detrás del magnicidio del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, ocurrido el pasado 7 de junio en Bogotá.
De acuerdo con la Fiscalía General de la Nación, “Harold” habría participado activamente en la planeación y ejecución del atentado que estremeció al país. Fuentes del caso confirmaron que conocía paso a paso la logística del crimen, incluida la ruta de escape de los implicados y la coordinación con alias “Tianz”, el sicario de 15 años que disparó contra el político en el parque El Golfito, en la localidad de Fontibón.
La investigación también revela que Harold Barragán formaría parte de una red criminal liderada por Elder José Arteaga, alias “El Costeño” o “Chipi”, quien presuntamente dirigía la operación desde una barbería en el mismo barrio donde fue capturado “Harold”. Hasta el momento, son siete los detenidos por su presunta participación en este crimen que ha conmocionado a la opinión pública.
Sin embargo, lo que más indignación ha generado es que alias Harold recuperó su libertad en marzo de este año, tras cumplir solo 30 meses de cárcel por hurto, pese a tener antecedentes por estafa y tráfico de armas. Tres meses después, ya estaba implicado en el magnicidio que acabó con la vida de Miguel Uribe Turbay el pasado 11 de agosto.
El caso ha desatado fuertes críticas hacia la justicia colombiana, que una vez más queda bajo la lupa por las decisiones que permiten que delincuentes de alto perfil vuelvan a las calles para reincidir.

