Nexo, 1 de agosto de 2025 – Colombia acaba de vivir un hito judicial sin precedentes, el expresidente Álvaro Uribe Vélez fue condenado a 12 años de prisión domiciliaria, luego de ser hallado culpable de soborno en actuación penal y fraude procesal.
La sentencia fue emitida este viernes por la Jueza 44 Penal del Circuito de Bogotá, quien además impuso al exmandatario una multa de más de $3.400 millones y lo inhabilitó por más de ocho años para ejercer funciones públicas. El fallo, consignado en un documento de más de mil páginas, será leído en su totalidad en el transcurso de la tarde.
Según el fallo, entre 2017 y 2018, Uribe entonces senador determinó las acciones del abogado Diego Cadena, quien ofreció beneficios a exparamilitares presos para que se retractaran de declaraciones en su contra y acusaran al senador Iván Cepeda de manipular testigos. Cadena visitó cárceles como La Picota y Cómbita con el propósito de lograr retractaciones a favor de Uribe.
La jueza fue contundente, la estrategia no fue casual, ni espontánea. El fallo señala que hubo una coordinación estructurada, con varias personas cercanas al expresidente movilizándose al tiempo para presionar al testigo clave, Juan Guillermo Monsalve, quien denunció nexos del expresidente con grupos paramilitares.
Uribe, quien acompañó la audiencia desde su residencia en Rionegro, Antioquia, podrá cumplir su condena en prisión domiciliaria, tras consignar una caución judicial. Su defensa, encabezada por el abogado Jaime Granados, anunció que presentará apelación ante el Tribunal Superior de Bogotá, alegando persecución política.
El caso ha revivido viejas fracturas políticas en el país. Para unos, la condena es un acto de justicia histórica; para otros, una afrenta contra una figura que sigue despertando fidelidad por su papel en la lucha contra las guerrillas. Las redes sociales ya hierven de reacciones, y el ambiente político no se mantendrá indiferente ante el veredicto.
Lo cierto es que por primera vez en la historia de Colombia, un expresidente es condenado penalmente. La justicia habló. Y el país, una vez más, se encuentra frente al espejo de su propia historia.

